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Thursday, April 21, 2011

No Hay Amor Más Grande

La Santa Eucaristía y El Lavatorio de Pies


San Juan 13

Tal vez ustedes saben que Jueves Santo es el día que Jesús nos dio La Santa Eucaristía. Pero, es un poquito extraño que el evangelio que nosotros leemos y escuchamos esta noche no dice nada sobre la Santa Eucaristía. En la cuenta que San Juan nos da, la cena no es la Pascua. Pascua no llegará hasta mañana, viernes, a puesta del sol. Por supuesto, Jesús estará condenado a muerte a mediodía de viernes, exactamente a la hora cuando los corderos van al matadero para la Pascua.

San Juan es diferente de los otros escritores de evangelios. Nos da historias más o menos largas de conversaciones, a veces argumentos y disputas, entre Jesús y sus oponentes. En estas conversaciones, San Juan nos da su interpretación del bautismo o de la eucaristía.

Por ejemplo, una vez un miembro del grupo de fariseos, llamado Nicodemo, vino de noche a reunirse con Jesús. La conversación estaba una exploración de los temas de la enseñanza de Jesús. Jesús dijo a Nicodemo que es necesario ser nacido por agua y espíritu para entrar en el Reino de Dios. Nadie puede ver el Reino de Dios sino nacer de nuevo desde arriba. Inmediatamente, cuando escuchamos estas palabras, pensamos en bautismo, por qué el bautismo es nuestro nacimiento por agua y el Santo Espíritu.

De manera similar, San Juan da cuenta de cómo Jesús dio de comer a cinco mil personas por multiplicación de pan y pescados. Cuando un grupo venía buscando a Jesús, él les dijo, “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.” Además les dijo algo muy interesante: “El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.” Entonces, hay una conexión entre Jesús, tu, la muerte de Jesús, y la eucaristía.

Si bautismo es nuestro nacimiento, la eucaristía es la manera en la que crecemos en Cristo por recibir regularmente el alimento de pan y vino que nos dan la vida nueva. Jesús ha hecho la posibilidad de compartir en él, y en su resurrección, por medio de su muerte en la cruz.

El secreto es este: para vivir totalmente en el espíritu de la eucaristía, debemos seguir el ejemplo de Jesús lavando los pies de los discípulos. Según San Juan, no hay otra opción si queremos comprender y practicar ni solo el signficado de la eucaristía, sino también la vida y el ministerio de Jesús. Él vino para servir, no para ser servido. Él lavó los pies como un servidor, también murió en la cruz, sirviendonos y sirviendo al mundo.

El misterio el más grande del evangelio no es un gran milagro, pero la verdad que escuchamos repetidas veces: “el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, y el que quiera ser el primero, se haré esclavo de todos.” También hay la promesa, “El que ama su vida la destruye; y el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna.”

Cuando lo oímos, ¿quién no quiere decir, “Aparta de mí esta copa”? Y contestamos a Jesús, “Tu, Señor, ¡jamás me lavarás los pies!” Pero el Señor nos responde, “Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo.” Luego llega nuestra hora que ser glorificado, nuestro momento para rogar, “Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.”

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