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Saturday, April 18, 2009

Demasiado Grande

Tu ministerio empieza al sepulcro

Un sermon predicado en la Iglesia San Esteban Episcopal, Washington, DC, el día de Pascua, el 12 de abril 2009.

San Marcos 16:1-8

El evangelio según San Marcos es un milagro. Marco nos dice que los discípulos no entienden nunca de la enseñanza de Jesús. Entonces, no es posible decir que si Jesús estuviera aquí con nosotros, podríamos tener más sabiduría y cambiar las ideas. Marcos da una cuenta muy simple y clara sobre Jesús, para clarificar que Jesús sabía exactamente lo que hacía, aunque nadie lo entendía, sino los demonios, una extranjera con una hija difícil, y también el capitán romano al fin de la escena de la crucifixión. Tal vez Pedro, que in el medio de la historia proclamó a Jesús el Mesías, pero inmediatamente después, mostró que no entendió nada de lo que Jesús pensó en eso.

¡Gracias a Dios por San Marcos y su evangelio! Porqué contando la historia del arresto de Jesús, el dice claramente que todos los discípulos—todos los hombres en el grupo—lo huyeron. Pedro es el único discípulo que furtivamente volvió, en tiempo preciso para cumplir la previsión que el gallo no hubiese cantado dos veces antes de él había negado a Jesús tres veces. Marcos nos dice que un grupo de mujeres estaban allá a la cruz y miraban donde se puso el cuerpo de Jesús. Cuando es el momento para un acontecimiento de la resurrección, el da una cuenta en los sonidos de silencio. Solamente oímos las mujeres que están murmurando en el amanecer sobre quien puede remover la piedra grande, a fin de que entren en la tumba para ungir el cuerpo. Entran en la tumba. Encuentran a un joven vestido de blanco (llámenlo “angel” si quieres, pero Marcos no le llama eso). Ellas se están asustadas. No dicen nada. Solo el joven habla. “No se asusten,” les dice. “Ustedes buscan a Jesús el Nazareno, el crucificado, no está aquí, ha resucitado; pero éste es el lugar donde lo pusieron.”

Tal vez nosotros nos preguntamos la consecuencia de ese mensaje para las mujeres dolorosas. Marcos no lo explica. Pero continua el mensaje del joven: “Vayan a decir…” Pero ellas no fueron y no hicieron. Salieron la tumba, asustadas y asombradas, por el miedo que tenían. El fin del evangelio.

Después de un poco de tiempo, muchas personas no pusieron creer que eso era el fin que Marcos había planeado. Entonces, supusieron que se ha perdido una pagina del libro y decidieron añadirla. Prestaron un poco de material de aquí y allá u hicieron la capitula 16 más larga y menos creíble.

Si. Es el fin. Las mujeres encuentran a un mensajero, escuchan las noticias, y se van, que tienen demasiado de miedo para hablar. Sin embargo, los lectores saben que algo pasó. La aparición de Galilea que el mensajero había anunciado claramente ocurrió, sino la cuenta de la previsión ciertamente se habría reprimido. Pero, hay algo que se puede creer sobre un grupo de personas abrumadas de tristeza y miedo para decir nada. Las mujeres parecen como nosotros exactamente.


A muchas celebraciones de Pascua, se proclama que Jesús ha resucitado. Pero, ¿qué más? Quizás está bastante cantar las aleluyas, ser asegurado de la vida eterna y una resurrección personal, y dejar con un corazón de alegría que hay una posibilidad de nueva vida. Tengo la idea que la Iglesia hoy (y quiero decir tan liberalmente que te incluye, no me importa quién eres) está sin palabras, y está miedosa como las dos Marías y Salome esa mañana a la tumba. Escuchamos la proclamación. Tal vez porqué parece imposible, pero pienso que es probablemente que parece frecuentemente desconectado de nuestras vidas ordinarias que salimos sino saber lo que necesitamos hacer. Está demasiado.

Yo hice un pacto con ustedes hace unos meses para examinar las escrituras de la perspectiva de ministerio. Debo explicar. Decir de ministerio no es hablar mucha jerga de la iglesia sobre clérigos. Ministerio, en el vocabulario cristiano es el terma que usamos para significar todo que somos y todo que hicimos. Su ministerio incluye todas sus relaciones, todas sus esperanzas, todas sus fuerzas, su trabajo, sus risas, sus sueños, y también sus pecadas. Lo que hice su ministerio cristiano, si es cristiano, es que todas las cosas de su vida expriman el muerte y la vida de Jesús, y que tu glorificas a Dios que Jesús revele y que revele a Jesús. El propósito de todo ministerio en el nombre del Cristo es hacer lo que Jesús pasó su vida haciendo: conectar el mundo a Dios, y en el proceso, abrir al mundo a su verdad más profunda.

Eso es un reto muy grande. Unas personas tendrían muchas dudas y dirían, “No gracias. Tal vez debo investigar otra religión, y abandonar la causa de religión completamente.” Pero es exactamente este punto cuando el testimonio de Marcos sobre la resurrección nos encuentra. Escuchamos la proclamación y estamos confundidos. ¿Vaya y digan? ¿Qué decir? Si Marcos lo planeó o no, es el resulto que el fin extraño de su evangelio puede causar. Tenemos figurarlo, y nadie va hacerlo para nosotros, aún Jesús. Si se puede juntarnos con él a Galilea, por ejemplo, ¡tenemos empezar empacar!
La piedra grande que nos causa nuestra estar nerviosos en la madrugada ya no nos importa mucho. ¡Debemos irnos!

Marcos nos invita a cumplir la historia con nuestro ministerio. ¿Que es eso? Vamos a contestarlo en pocos minutos. Vamos a viajar a la fuente de baustimo, como nos acostumbramos en la iglesia San Esteban. La fuente, entre otras cosas, significa la tumba. El jueves santo en la noche, pusimos el cuerpo de Jesucristo, en la forma de pan y vino, en la fuente, diciendo gráficamente que la fuente y la tumba son iguales. Pero la tumba, al fin, es el lugar donde nuestro ministerio comienza, porqué es allá que el hogar de muerte está lleno con el agua de vida nueva. ¡Somos bautizados, crisitianos! Fuimos sepultados con Cristo en su muerte por bautismo, y por las aguas Dios nos ha levantado, nos ha resucitado con Cristo.

Ese ministerio, como la vida de Jesús, consiste en cinco cosas que prometemos muchas veces. Prometemos que continuaremos en comunidad uno con otro, en la fracción del pan y en las oraciones. Prometemos que proclamaremos por palabra y acción que Dios nos da perdón y no nos da condenación. Prometemos que daremos toda nuestra energía para cuidar a todas las personas lo mismo como a Cristo. Prometemos que no dejaremos antes de justicia y paz extienden a todo el mundo. No hay ministerio más que eso.

¿Que pasa cuando sales a la tumba hoy? ¿Las palabras se pararán en su boca? ¿Estará demasiado?

Polly era una amigo muy querida de mi. Era mi directora espiritual hace más o menos 25 años. Me dijo que una noche, unos años antes de conocer, estaba yendo en su carro del Connecticut a los Berkshires. Solo durante el tiempo largo, estaba rogando para muchas personas en su vida que le han pedido sus oraciones. Muchas cosas terribles estaban pasando con sus amigos, sufrimiento, tristeza, dolor, violencia, todos de un gran montaña de problemas. En sus oraciones, ella se dejó. Gritó en el silencio, “Dios, ¿porqué, porqué? ¿Porqué permites todo? ¡Es demasiado grande!” Ella dijo en el silencio que sigue, escuchó una voz—no voz humana, pero que lo parecía—diciendo, “Es mi intención que sea demasiado grande.”

Si nuestro ministerio no sea demasiado grande, nosotros podríamos desarrolar la fantasía de que podemos hacer todo por nosotros mismos. Podríamos salvar la tierra, terminar las guerras, sanar las enfermedades, porqué somos inteligentes y santos. Pero no. No somos nosotros mismos que servimos en este ministerio, pero el poder de Dios que vive, la presencia de Cristo en nosotros. No se preocupe. Habrá días, posible de esta semana, en los que se dirá, “Simplemente demasiado.” ¿Porqué tratar de eso? ¿Porqué intentarlo? Dios mio, soy solamente muy pequeño y el reto es tan grande. Cuando lo dices, recuerda la proclamación que escuchaste a la tumba. Su Señor ha resucitado. Y el mismo poder que le resucitó de entre los muertos, te dará la vida nueva también.

© Frank G. Dunn, 2009

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